Es de admirar y premiar esa entrega cotidiana de las mamás, que sin esperar nada a cambio, se levantan a primeras horas del día para preparar lo necesario para sus hijos para su esposo, y que aún con lo laborioso que a veces se puede convertir ese primer momento; aún tienen la energía para despedir a sus hijos con una sonrisa; con la bendición; con el mejor deseo para que tengan un día maravilloso; y en otros caso para llevar a los niños a la escuela. Más aún, al terminar el día están a espera de quienes vuelven a casa, sean los hijos y sea el esposo.
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