Teniendo en cuenta la liturgia del día, el Santo Padre observó que “muchas veces la obediencia nos conduce por un camino que no es el que pensamos que debe ser, sino que es otro”. Y dijo que obedecer es “tener el coraje de cambiar de camino, cuando el Señor nos pide esto”. “Quien obedece tiene la vida eterna”, mientras para “quien no obedece, la ira de Dios permanece sobre él”, se lee en la primera lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles, por lo que Francisco afirmó que los sacerdotes y los jefes ordenan a los discípulos de Jesús que no prediquen el Evangelio al pueblo. Es más, se enfurecen, están “llenos de celos”, porque ante su presencia se producen milagros, el pueblo los sigue “y el número de los creyentes crecía”. Los encarcelan, pero de noche, el Ángel de Dios los libera y vuelven a anunciar el Evangelio. Al ser detenidos y vueltos a interrogar, Pedro responde a las amenazas del sumo sacerdote diciendo: “Es necesario obedecer a Dios en lugar de a los hombres”.
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