Tranquilizar la conciencia. Anestesiar la conciencia. Y esto es un gran mal. Cuando el mal espíritu logra anestesiar la conciencia se puede hablar de una verdadera victoria suya, se convierte en el dueño de aquella conciencia: ‘¡Y esto sucede por doquier! Sí, pero todos, todos tenemos problemas, todos somos pecadores, todos…’. Y en el ‘todos’ está el ‘ninguno.
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