La Palabra del Señor, es un verdadero alimento para nuestra vida, siempre que participamos en la celebración litúrgica, tenemos la dicha de comer de este pan que alimenta nuestra esperanza, proyectos y existencia, la comunicación que tienen el padre y el hijo, la madre y el hijo, esposo y esposa, amigo y amiga; es alimento que fortalece impregna los pensamientos, proyectos, ilusiones, planes de trabajo en proceso y los sentimientos, es una experiencia personal.
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