En la homilía de este jueves, el Santo Padre ha recordado que Jesús nos salva con nombre y apellidos, personalmente, pero dentro de un pueblo, la Iglesia. No siguen la vía nueva inaugurada por Jesús cuantos privatizan la fe encerrándose en “élites” que desprecian a los demás. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
No privatizar la fe
Al comentar la Carta a los Hebreos, el Papa Francisco afirmó que Jesús “es la vía nueva y viva” que debemos seguir como Él quiere. Porque hay formas equivocadas de vida cristiana. Jesús “da los criterios para no seguir modelos equivocados. Y uno de estos modelos equivocados es privatizar la salvación”:
“Es verdad, Jesús nos ha salvado a todos, pero no en general, ¿no? Todos, pero cada uno, con nombre y apellido. Y ésta es la salvación personal. Verdaderamente yo soy salvado, el Señor me ha mirado, ha dado su vida por mí, ha abierto esta puerta, esta vía nueva para mí, y cada uno de nosotros puede decir ‘para mí’. Pero existe el peligro de olvidar que Él nos ha salvado individualmente pero en un pueblo. En un pueblo. El Señor siempre salva en el pueblo. Desde el momento en que llama a Abram, le promete que hará un pueblo. Y el Señor nos salva en un pueblo. Por esto el autor de esta Carta nos dice: ‘Prestemos atención los unos a los otros. No hay una salvación sólo para mí. Si yo entiendo la salvación así, me equivoco; equivoco el camino. La privatización de la salvación es un camino equivocado”.
Comunicar fe, esperanza y caridad
Son tres los criterios para no privatizar la salvación: “la fe en Jesús que nos purifica”, la esperanza que “te hace ver las promesas e ir adelante” y “la caridad: es decir, prestemos atención unos a otros, para estimularnos recíprocamente en la caridad y en las obras buenas”:
“Y cuando yo estoy en una parroquia, en una comunidad – cualquiera que sea – yo esto allí, yo puedo privatizar la salvación y estar allí un poco socialmente. Pero para no privatizarla debo preguntarme a mí mismo si yo hablo, comunico la fe; hablo, comunico la esperanza; hablo, hago y comunico la caridad. Si en una comunidad no se habla, no se anima uno al otro, en estas tres virtudes, los componentes de aquella comunidad han privatizado la fe. Cada uno busca su propia salvación, no la salvación de todos, la salvación del pueblo. Y Jesús ha salvado a cada uno, pero en un pueblo, en una Iglesia”.
Grupitos eclesiales que desprecian a los demás
El autor de la Carta a los Hebreos – prosiguió explicando el Papa – da un consejo “práctico” muy importante: “no disertemos nuestras reuniones, como algunos tienen la costumbre de hacer”. Esto sucede “cuando nosotros estamos en una reunión – en la parroquia, en el grupo – y juzgamos a los demás”, “hay una especie de desprecio hacia los demás. Y ésta no es la puerta, la vía nueva y viva que el Señor ha abierto, ha inaugurado”:
“Despreciamos a los demás; abandonan a la comunidad total; abandonan al pueblo de Dios; han privatizado la salvación: la salvación es para mí y para mi grupito, pero no para todo el pueblo de Dios. Y esta es una equivocación muy grande. Es lo que llamamos – y que vemos – ‘las élites eclesiales’. Cuando en el pueblo de Dios se crean estos grupitos, piensan que son buenos cristianos, también – quizás – tengan buena voluntad, pero son grupitos que han privatizado la salvación”.
Dios nos salva en un pueblo, no en las élites
“Dios – subrayó el Papa Bergoglio – nos salva en un pueblo, no en las élites que hemos hecho nosotros con nuestras filosofías o nuestro modo de entender la fe. Y estas élites no son gracias de Dios. Y concluyó pidiendo: “Que el Señor nos dé la gracia de sentirnos siempre pueblo de Dios, salvados personalmente. Eso es verdad: Él nos salva con nombre y apellido, pero salvados en un pueblo, no en el grupito que yo hago para mí”.
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